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Quien olvida su pasado, no comprende su presente

banquetes romanos...ruben martinez 3ºd

El banquete fue, sin duda, la principal diversión privada entre los romanos. Coincidían siempre con la hora de cenar, se hacían con invitados y suponía una fiesta. Por supuesto que muchas familias apenas asistían a alguno, pues tal clase de festejos sólo era común entre las clases altas, que casi cada noche, en un sitio u otro, tenían alguno.


Solía empezar hacia las ocho de la noche. Asistían hombres y mujeres, no como en Grecia, que eran sólo para hombres. Aunque en la Roma antigua, por decencia, las mujeres debían estar sentadas, ya en el siglo I a. C. tanto hombres como mujeres se reclinaban en los triclinios, alrededor de la mesa, menos por una de sus partes que quedaba libre para que sirvieran los esclavos.


Triclinio romano


La comida, que se servía de inmediato, solía constar de tres platos, o alguno más como variación. El vino se servía siempre con agua, aunque a medida que avanzaba la noche la proporción de ésta disminuía.


Los banquetes opíparos de los que tenemos descripción, como el de Trimalción que relata Petronio, no eran en absoluto lo común. Se trataba sólo de ostentaciones de nuevos ricos, o de grandes orgías.


A veces, durante las comidas, un esclavo instruido y con buena voz (comoedus) leía algún texto o poema. Terminada la comida, se retiraba el servicio y la velada se prolongaba en conversación, bebiendo. Esto, a veces, se hacía en alguna otra casa, y entonces se servían vinos nuevos, o más exquisitos, guardados especialmente para la degustación.


En los banquetes más animados a veces se elegía a la reina o rey del banquete, a cuyos dictados, generalmente atrevidos y jocosos, todos se sometían. En banquetes suntuosos también se sorteaban regalos entre los invitados, lo cual ponía de manifiesto la generosidad del anfitrión. A este respecto nos ha llegado la relación de regalos de un soberbio banquete ofrecido Lucio Vero en la época imperial y en el que gastó seis millones de sestercios. Entre los regalos figuraban esclavos especialmente reputados por su belleza, animales, utensilios de oro y plata, carruajes engalanados con hebras de plata tirados por bueyes y asnos y los hombres que habían de conducirlos, etc.


Lucio Vero


Normalmente, mientras se charlaba y se bebía, ya entrada la noche, los asistentes se coronaban con guirnaldas de flores y contemplaban algún espectáculo: mimos, acróbatas, danzarinas (como las famosísimas de Cádiz), cantoras o tañedoras de cítara. Muchas veces estas mujeres tenían un papel final erótico. En ocasiones realizaban antes danzas y contorsiones destinadas a excitar el ánimo de los presentes. Esto, según Plutarco, a veces también se lograba con la lectura de textos obscenos. El banquete, normalmente, solía terminar de madrugada. Ahora bien, en especialísimos casos, y ya en plena orgía, podía prolongarse, con descansos, durante unos días, o comenzar antes del atardecer.

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