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Quien olvida su pasado, no comprende su presente

El Alma: El estoicismo.

El estoicismo es uno de los movimientos filosóficos que, dentro del periodo helenístico, adquirió mayor importancia y difusión. Fundado por Zenón de Citio en el 301 a.C., adquirió gran difusión por todo el mundo greco-romano, gozando de especial popularidad entre las élites romanas. Su período de preeminencia va del siglo III a.C. hasta finales del siglo II d.C. Tras esto, dio signos de agotamiento que coincidieron con la descomposición social del Alto Imperio romano y el auge del cristianismo.

 Para los estoicos no hay actos malos en sí mismos, sino que el mar moral reside en una privación del recto orden en la voluntad humana. Los contrarios se implican: no puede entenderse la justicia sin la injusticia.

Los estoicos prestaron gran atención a los problemas de la conducta. El fin de la vida, la felicidad, consiste en alcanzar la virtud en sus sentido estoico (vivir conforme a la Ley de la naturaleza). Para el hombre, dado que el universo está regido por una Ley Natural, conformarse con las leyes del universo en sentido amplio y adaptar su conducta a su propia naturaleza esencial a la razón, forman una unidad. Para los primeros filósofos estoicos, se trata pues, de una “Naturaleza”, más adelante, la concebirían desde un punto de vista antropológico. Pero de todas formas, vivir conforme a la naturaleza significaba atenerse al principio que opera en ella del cual no se excluía el alma humana.


En 
Séneca se observa ya una doctrina moral práctica. El estoicismo es valorado por lo beneficios que sus principios son capaces de conferir al estado mental de un hombre y a la conducta de su vida.

Para Diógenes Laerecio la virtud supone vivir de acuerdo con la naturaleza que en el caso del hombre se entiende como una vida conforme a la razón ya que el hombre es un ser racional que tiene el privilegio de conocer las leyes naturales y a aceptarlas conscientemente. El hombre es pues libre para poder cambiar su actitud interior.

Ninguna acción es de por sí buena o mala, el determinismo no deja lugar para esta diferenciación. Solo la virtud es el bien. Lo que no es virtud ni vicio no puede ser considerado bueno ni tampoco malo sino indiferente. Son para los estoicosvirtudes cardinales:

·         prudencia

·         templanza

·         fortaleza

·         justicia

Pero la conducta definitivamente virtuosa solo día ser alcanzada por el sabio, absolutamente libre de pasiones.

El placer no podía ser considerado un fin en sí mismo sino un resultado o lo que acompaña una determinada actividades. Así, un riguroso idealismo moral caracteriza al primer estoicismo, mientras que más adelante se insistiría más en la noción de progreso, alentando al hombre a transitar la senda de la virtud para mantenerse en ella.

 

Eva María Quesada. 1º Bach. H.

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